Paco Arango, cuando una entrada de cine levanta muros contra el cáncer infantil

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A Paco Arango un día Dios le dijo: «Shut up, this is not for you!» («Cierra la boca, esto no es por ti»). A Paco Arango, él lo descubre, Dios le habla a menudo. Y no le importa que le traten de loco cuando lo dice porque asegura que en este mundo material y virulento, donde todo se consume en el instante y no se mira más allá de las propias narices de cada uno, hablar de espiritualidad y de Dios hace que a uno le vean como a un bicho raro. Porque Paco Arango, y él se define así, está loco. Pero ojalá, y él también lo dice, hubiera más locos como él.

Y sí, claro, ha visto milagros —«gracias a Dios»– en los pasillos de los hospitales donde ayuda a tantos niños con cáncer; pero también, durante las películas que rueda para ayudar a esos mismos niños. Ellos son el destino de todos sus esfuerzos a través de la Fundación Aladina, que creó hace justo 18 años. «Yo tengo una butaca de honor en primera fila al mayor espectáculo del amor: así de paradójico es esto». El «esto» no es otra cosa que la muerte en las salas de oncología infantil de los hospitales, muchas de ellas financiadas por Aladina. El 20 por ciento de los niños con cáncer mueren, pero Paco Arango ve más porque acompaña los casos más complejos. «Y entonces alguien podría decirme que por qué si hay Dios permite esto», exclama con su acento mexicano rebajado después de tanto tiempo en España. «No tengo respuesta, pero sí tengo claro que yo lo he visto llorar en las esquinas de los hospitales y he visto milagros. Nadie flotando, pero sí milagros. Y niños hablarme desde el mismo cielo cuando no se conocían. El túnel de la luz, no te puedes hacer una idea cuantas veces… He visto cosas que inequívocamente me llevan a concluir que esto no termina aquí. ¿Por qué ocurre esta tragedia? ¿Por qué se quedan los padres fastidiados? Ojalá tuviera la respuesta», lamenta. No tiene respuestas pero sí trata de ayudar. Aladina acompaña a esos padres rotos durante un año después de lo inevitable: «Cuando los tratamos, esos padres han recuperado la sonrisa. Ese es el mayor regalo que les podemos hacer a esos niños».

Pero, ¿por qué mandó Dios callar a Paco Arango? Ahí entra su faceta y su ego de cineasta. «A mi primera película, ‘Maktub’ (2011), le dieron la nota más alta a una película española en los últimos 10 años en un pase ciego (esto es, una muestra de público que no sabe qué va a ver para que los productores «testen» la película) y cuando se estrenó no la fue a ver ni el tato. Tuve un poco de crisis porque la película gustaba y además lo recaudado era para hacer un centro de trasplantes…». Entonces recuerda su indignación, y cómo se lo dijo «al míster», que es como él llama a Dios. Y el míster le mandó callar. «Los tiempos del de arriba son otros, y poco a poco la película empezó a hacer cosas extraordinarias: Reventó la taquilla en México, fue nominada a 3 Goyas, el Vaticano la proyectó y en los colegios la siguen usando para hablar a los niños de la muerte. .. Y lo más importante. El centro de trasplantes Maktub del Hospital Niño Jesús existe. Entonces ahí es cuando me di cuenta de que esto es mas grande que yo y que mi ego no se puede entrometer y fastidiar las cosas».

Y ahora llega otro milagro, ‘Mi otro Jon’, la película que estrena este viernes en cines y que, como todas las anteriores, será benéfica. Un elenco de grandes nombres –Carmen Maura, Olivia Molina, Fernando Albizu, Macarena Gómez, Ana Obregón, Aitana Sánchez-Gijón, Carlos Santos, Juanjo Artero…–, un homenaje a su madre –se inventó un cuento cuando ya estaba muy mayor y lo ha adaptado a esta emotiva comedia sobre el dolor en los últimos años de vida– e incluye, además, con un cameo de Mariano Rajoy. «Este es mi cine de autor», presume. «La gente piensa que porque hago cine benéfico es malo o tiene trampa y los actores no cobran. Nada que ver. Es una película normal con la credibilidad que da el éxito de mis películas pasadas. Pero soy el único loco en el mundo que hace cine para que el dinero que se gane ayude a los niños con cáncer», cuenta el fundador de Aladina, que recuerda de aquellos primeros días en la fundación con cariño. «Empezamos muy pequeños, muy paletos. Haciendo mucho bien pero disparando donde podíamos. Hoy ya somos un ejército y el cáncer infantil nos tiene mucho miedo porque sabemos apear el dolor de los niños y brindar esperanza». Aladina ha hecho obras en muchos hospitales, Unidades de Cuidados Intensivos, centros de trasplantes, el ala de la oncología del Virgen del Rocío, el del Vall d’Hebron junto otras dos fundaciones… «Aladina es una fuerza imparable que me va a sobrevivir». Y ese, concluye Paco Arango, será su gran milagro.

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